domingo, 12 de septiembre de 2010

MATERIAL COMPLEMENTARIO (Pragmática de la lengua materna y segunda lengua)




PROEMIO DE UMBERTO ECO

Eco, Umberto, Signo, Barcelona, Labor, 1988.
Supongamos que el señor Sigma, en el curso de un viaje a París, empieza a sentir molestias en el "vientre'. Utilizo un término genérico porque el señor Sigma por el momento tiene una sensación confusa. Se concentra e intenta definir la molestia: ¿ardor de estómago?, ¿espasmos?, ¿dolores viscerales? Intenta dar un nombre a unos estímulos imprecisos y al darles nombre los culturaliza, es decir, encuadra lo que era un fenómeno natural en unas rúbricas precisas y "codificadas"; o sea que intenta dar una experiencia personal propia, una calificación que la haga similar a otras experiencias ya expresadas en los libros de medicina o en los artículos de los periódicos.
Por fin descubre la palabra que le parece adecuada: esta palabra vale por las molestias que siente. Y dado que quiere comunicar sus molestias a un médico, sabe que podrá utilizar la palabra (que el médico está en condiciones de entender), en vez de la molestia (el médico no siente o quizá no la ha sentido nunca en su vida).
Todo el mundo estará dispuesto a reconocer que esta palabra, que el señor Sigma ha
Individualizado, es un signo, pero nuestro problema es más complejo.
El señor Sigma decide pedir hora a un médico. Consulta la guía telefónica de París;
Unos signos gráficos precisos le indican quiénes son médicos y cómo llegar hasta ellos.
Sale de su casa, busca con la mirada una señal particular que conoce muy bien: entra a un bar. Si se tratara de un bar italiano intentaría localizar un ángulo próximo a la caja donde podría haber un teléfono, de color metálico. Pero como sabe que se trata de un bar francés, tiene a su disposición otras reglas interpretativas del ambiente: busca una escalera que desciende al sótano. Sabe que en todo bar parisino que se respete, allí están los lavabos y teléfonos. Es decir, el ambiente se presenta como un sistema de signos orientadores que le indican dónde podrá hablar.
Sigma desciende y se encuentra frente a las tres cabinas más bien angostas. Otro sistema de reglas le indica cómo introducirá una de las fichas que lleva en el bolsillo (que son diferentes y no todas se adaptan a aquel tipo de teléfono: por lo tanto leerá la ficha X como "ficha adecuada al teléfono M tipo Y") y, finalmente, una señal sonora le indica que la línea está libre; esta señal es distinta de la que escucha en Italia, y por consiguiente tendrá otras reglas para "decodificarla"; también aquel ruido (aquel bourdonnement, como lo llaman los franceses) vale por la equivalencia verbal de "vía libre".
Ahora tiene delante el disco con las letras del alfabeto y los números; sabe que el médico que busca corresponde a DAN.001 9, esta secuencia de letras y números corresponde al nombre del médico, o bien significa "casa de tal". Pero introducir el dedo en los agujeros del disco y hacerlo girar según los números y letras que se desean tiene además otro significado: quiere decir que el doctor será advertido del hecho de que Sigma lo llama. Son dos órdenes de signos diversos, hasta el punto de que puede anotar un número de teléfono y saber a quién corresponde y no llamarlo nunca; puede marcar un número al azar, sin saber a quién corresponde, y saber que al hacerlo llama a alguien. [ ... ]
Podemos abandonar a Sigma a su destino (con nuestros mejores deseos): si consigue leer la receta que le dará el médico (cosa nada fácil porque la escritura de los clínicos plantea no pocos problemas de descifrado) quizá se ponga bien y pueda gozar aún de sus vacaciones en París.
Puede ocurrir también que Sigma sea testarudo e imprevisor y que ante el dilema: "O deja de, beber o no puedo asegurarle nada sobre su hígado", llegue a la conclusión de que es mejor gozar de la vida sin preocuparse de la salud que quedar reducido a la condición de enfermo crónico que pesa alimentos y bebidas en una balanza. En este caso, Sigma establecería una oposición entre buena vida y salud que no es homóloga de la tradicional entre vida y muerte; la vida, vivida sin preocupaciones, con un riesgo permanente, que es la muerte, le parecería como la misma cara de un valor primario, la despreocupación, al cual se opondrían la salud y la preocupación, ambas emparentadas con el aburrimiento. Por lo tanto, Sigma tendría su propio sistema de ideas (al igual que lo tiene la política o la estética), que se manifiesta como una organización especial de valores o contenidos. En la medida en que tales contenidos se le manifiestan bajo la forma de conceptos o de categorías mentales, también ellos valen por alguna otra cosa, por las decisiones que implica, por las experiencias que señala. Según algunos, también ellos se manifiestan en la vida personal e interpersonal de Sigma como signos.
Ya veremos si ello es cierto. la verdad es que son muchos los que creen así. [ ... ] Con todo, el ejemplo podría inducir a pensar que esta invasión de los signos sólo es típica de la civilización industrial que puede observarse en el centro de una ciudad, rutilante de luces, anuncios, señales de tránsito, sonidos, sólo cuando hay civilización, en el sentido más banal del término.
Pero es que Sigma viviría en un universo de signos incluso si fuera un campesino
Aislado del mundo.
Recorrería el campo por la mañana y, por las nubes que aparecen en el horizonte, ya sabría el tiempo que hará. El color de las hojas le anunciaría el cambio de estación, una serie de franjas del terreno que se perfilan a lo lejos de las colinas te diría el tiempo de cultivo para el que es apto. [...] Si fuera cazador, una huella en el suelo, un mechón de pelos en una rama de espino,
Cualquier rastro infinitesimal le revelaría qué animales habían pasado por allí e incluso cuándo... 0
Sea que, aun inmerso en la naturaleza, Sigma seguiría viviendo un universo de signos.

Estos signos no son fenómenos naturales, los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos. Los fenómenos naturales "hablan" a Sigma, en la medida en que toda la tradición campesina le enseñó a leerlos. Así pues Sigma vive en un mundo de signos, no porque viva en la naturaleza sino porque incluso cuando está solo, vive en la sociedad, aquella sociedad rural que no se habría constituido y no habría podido sobrevivir si no hubiera elaborado sus propios códigos, sus propios sistemas de interpretación de los datos naturales (y que por esta razón se convertían en datos culturales).
ACTIVIDAD COMPLEMENTARIA
1. Elabore una definición de tipo académico del concepto “signo” con los datos del texto de
Umberto Eco.
2. Compare su definición con la que da Saussure, luego formule conclusiones.

EL SIGNO

Es la noción básica de toda ciencia del lenguaje; pero, precisamente a causa de esta importancia, es una de las más difíciles de definir. Esta dificultad se duplica porque las modernas teorías del signo procuran abarcar no sólo entidades lingüísticas, sino también signos no verbales.
Un análisis atento revela que las definiciones clásicas de signo son con frecuencia tautológicas o incapaces de aprehender el concepto en su genuina especificidad. Se admite que todos los signos remiten necesariamente a una relación entre dos relata ["relatum". en latín, significa "referido", "sugerido"; "relata" es su plural y se entiende como "cosas / entidades referidas/ sugeridas"]; pero el solo hecho de identificar la significación con la relación hace imposible distinguir entre dos planos que, sin embargo, son muy diferentes: por un lado el signo "madre" está por fuerza ligado al signo "hijo"; por el otro, lo que 'madre' designa es madre y no hijo. San Agustín propone una de las primeras teorías del signo: "Un signo es algo que, además de la especie abarcada por los sentidos, hace que otra cosa acuda por sí sola al pensamiento". Pero "hacer acudir" (o "evocar") es una categoría demasiado estrecha y a la vez demasiado amplia: presupone, por un lado, que el sentido existe fuera del signo (para hacerlo acudir hasta él) y, por el otro, que la evocación de una cosa por medio de otra siempre se sitúa en el mismo plano. Ahora bien, la sirena puede significar el principio de un bombardeo y evocarla guerra, la angustia de los habitantes, etc. ¿El signo será acaso algo que. está en lugar de otra cosa y la reemplazo? En todo caso, éste sería un reemplazo harto singular, ya que no es posible en un sentido ni en el otro: ni el "sentido" ni el "referente", como tales, podrían insertarse en el interior de una frase en lugar de la "palabra". Swift lo entendió bien: después de suponer que cada uno lleva consigo las cosas de que desearía hablar (ya que las palabras son sucedáneos de esas cosas), llegó a esta conclusión:
"Si las ocupaciones de un hombre son importantes y de diversa índole, estará proporcionalmente obligado a cargar un fardo mayor de cosas sobre sus hombros'... a riesgo de sucumbir bajo su peso.
Por lo tanto, definiremos prudentemente el signo como una entidad que: 1) puede hacerse sensible, y 2) para un grupo definido de usuarios señala una ausencia en sí misma. la parte del signo que puede hacerse sensible se llama, para Saussure, significante, la parte ausente, significado, y la relación que mantienen ambas, significación. Expliquemos uno a uno los elementos de esta definición.
Un signo existe sin duda, aunque no sea percibido; pensemos en todas las palabras de la lengua española en un momento dado del tiempo: no tienen ninguna existencia perceptible. Sin embargo, esta percepción es siempre posible. Así, K. Burke propone invertir el orden de la significación y considerar las cosas como signos de las palabras (de las ideas); pero esta concepción para platónica supone siempre que el significante puede hacerse perceptible. Tal propiedad, por otro lado, no es desmentida por la existencia del fonema "detrás de" los sonidos o del grafema "más allá de" las letras.
El signo es siempre institucional: en este sentido, sólo existe para un determinado número de usuarios. Este grupo puede reducirse a una sola persona (como el nudo que hago en mí pañuelo). Pero fuera de una sociedad, por reducida que sea, los signos no existen. No es justo decir que el humo es signo "natural del fuego: es su consecuencia, o una de sus partes. Sólo una comunidad de usuarios puede instituirlo como signo. El punto más discutido de la teoría se refiere a la naturaleza del significado. Se lo ha definido aquí como una carencia, una ausencia en el objeto perceptible que así se vuelve significante. Esta ausencia equivale, pues, a la parte no sensible; quien dice signo debe aceptar la diferencia radical entre significante y significado, entre lo sensorial y lo no sensorial, entre presencia y ausencia. El significado diremos tautológicamente, no existe fuera de su relación con el significante ?ni antes, ni después, ni en otra parte?; un mismo gesto crea ?al significado y al significante, conceptos que son inconcebib!es el uno sin el otro. Un significante sin significado es simplemente un objeto, es pero no significa; un significado sin un significante es indecible, impensable, es lo inexistente. La relación de significación es, en cierto modo, contraria a la identidad consigo misma; el signo es a la vez señal y ausencia: originariamente doble.
Deben considerarse dos aspectos complementarios de todo significado. El primero, de alguna manera vertical, nos es revelado en la relación necesaria que el significado tiene con el significante; esta relación indica el lugar del significado, pero no nos permite identificarlo positivamente: es lo que falta al significante. El segundo, que podríamos representar como horizontal, consiste en la relación de ese significado con todos los demás, en el interior de un sistema de signos. Esa determinación es igualmente "negativa" (como dice Saussure, lleva a "ser lo que los demás no son"; sería más exacto llamarla "relacional"), pero se produce en el interior de un continuum, constituido por el conjunto de los significados que forman un sistema (no se explica la relación de este continuum designándolo con nombres tales como "pensamiento", "conceptos", "esencia", etc., cosa que, sin embargo, no dejaron de hacer muchos filósofos y psicólogos). Tanto en un caso como en el otro, se llega al significado por el signo: en ello reside la dificultad principal de todo discurso sobre el signo. El sentido no es una sustancia cualquiera que podríamos examinar independientemente de los signos donde la aprehendemos; no existe sino por las relaciones de que participa.
[...1 Ch. S. Peirce, Collected Papers, vol. II Cambridge, 1932; F. de Saussure, Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1945; Émile Benveniste , Problemas de lingüística general, México, Siglo Veintiuno, 1971; W. Borgeaud, W. Bröcker y J. Lohman, "De la nature du signe", Acta linguistica, 1942?1943, 1. pp. 24?30; J. Piaget, La formación del símbolo en el niño, México, Fondo de Cultura Económica, 1964; H. Sprang?Hanssen, Recent Theories on the Nature of the Language Sign, Copenhague, 1954; R. Engler, Théoríe et Critique d' un principe saussurien, l'


Estos signos no son fenómenos naturales, los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos. Los fenómenos naturales "hablan" a Sigma, en la medida en que toda la tradición campesina le enseñó a leerlos. Así pues Sigma vive en un mundo de signos, no porque viva en la naturaleza sino porque incluso cuando está solo, vive en la sociedad, aquella sociedad rural que no se habría constituido y no habría podido sobrevivir si no hubiera elaborado sus propios códigos, sus propios sistemas de interpretación de los datos naturales (y que por esta razón se convertían en datos culturales).
ACTIVIDAD COMPLEMENTARIA
1. Elabore una definición de tipo académico del concepto “signo” con los datos del texto de
Umberto Eco.
2. Compare su definición con la que da Saussure, luego formule conclusiones.

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